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Entre clics y algoritmos / Between clicks and algorithms

Gabriel Sánchez Melián

Cómo las redes han cambiado nuestras relaciones sociales / How social media has changed our social relationships


Por: Gabriel Sánchez Melián


El autor hablando con otros dos amigos. Uno de sus amigos utiliza su móvil en el entorno social donde se encuentran, un ejemplo de la socialización hoy en día.


Para la versión en español, desplázate hasta el final de la página.


Pertenezco a lo que popularmente se considera como “Generación Z”, y, para ser más concretos, a su grupo de edad superior. Esto quiere decir que, a mis 22 años, he vivido una de las mayores revoluciones tecnológicas presenciadas por el ser humano: el ascenso de internet. Recuerdo que mis primeras experiencias con internet más allá de verlo como un juguete, o algo para descargar películas, fue alrededor del 2011. Sí, es cierto, crecí con esta tecnología, pero no como algo que formara parte de la realidad más común del momento, sino viéndola evolucionar hasta ahora. Supongo que hay muchas formas de verlo. Para algunos, esta evolución es el crecimiento de un tumor benigno, afectando cada vez a más partes de nuestra vida, y, para otras, es una preciosa planta, echando raíces y conectando recursos.


Sea cual sea la visión de uno al respecto, es innegable que internet y los ordenadores (ya sean en forma de computadora personal, teléfono móvil, tablet, etc...) son ahora una parte crucial de nuestra sociedad, ¿Como ha afectado esto exactamente a nuestras relaciones sociales? Esta pregunta no pretende excluir otras consecuencias de la revolución en comunicaciones que es internet, ni tachar preguntas muy interesantes que podemos generar. Simplemente, será utilizada para centrar el escrito en una dimensión muy concreta del ser humano: la social.


Las redes sociales nos han conectado con el mundo entero. Tenemos información de todas partes del mismo, mas sería mentir decir que todo el planeta tiene un micrófono del mismo tamaño. Está claro que en internet lo que reina es la visión de aquellos con más influencia, ya sea por dinero, por una exitosa carrera artística, por ser familiar de alguien con poder, etc. Esta visión ciertamente tiende no solo a occidente, sino a Estados Unidos de manera más concreta. Esto ha sumido a muchas sociedades en adentrarse hacia la mentalidad estadounidense.


Podría denominarse como problemática el hecho de acercarnos a la mentalidad estadounidense, en el sentido de obtener sus preocupaciones, pensar de manera similar, exigir ciertas libertades o similar. Normalmente, quienes suelen hablar de este tema es con cierto tinte nacionalista, temiendo que la influencia extranjera pueda acabar con tradiciones locales. Pero, pese a que es cierto que, desde la política hasta el arte, hemos sido influenciados muchísimo por el gigante norte americano, este escrito sigue centrándose en el aspecto social. Por tanto, me parece más curioso hablar de cómo ha cambiado nuestra manera de expresarnos, adoptando toda clase de anglicismos comúnmente utilizados por gente que nos queda al otro lado del atlántico (y, dado el tema de este artículo, creo que es una buena forma de ordenar mis ideas comenzar por lo más básico para las relaciones sociales: el idioma). Lo curioso es que no son las mayores instancias de este idioma lo que nos influye a añadir palabras del mismo a nuestro vocabulario, como las películas o las grandes producciones, es simple y llanamente la comunicación de su gente, que tiene gran presencia en redes sociales desde que se crearon. Hoy, puedes ver a muchos niños, adolescentes y jóvenes adultos de países hispanohablantes utilizando términos como “cap”, “sus”, “lol”, “wtf”, “chill”, etc. —todos siendo palabras creadas en Estados Unidos— en una conversación normal. Y no es porque hayan visto a su actor favorito decir “No cap, forreal” en la última producción de Hollywood, simplemente se juntan en espacios de internet de personas de su edad, donde se utiliza ese léxico.

Así como ha variado nuestra forma de expresarnos en nuestro idioma, también hemos observado un gargantuesco cambio en las formas de expresarnos de manera general. Es decir, internet no solo ha hecho que convirtamos las formas de comunicación previas, sino que ha añadido más. Ahora mantenemos conversaciones fluidas a través de texto, y con la desconexión frente a un ser humano real, su rostro y sus expresiones para comunicarse con nosotros, hemos visto la aparición de, en primera instancia, los emoticonos, y, más recientemente, los memes. Uno podría pensar que estos añadidos a la comunicación por medio de otro tipo de contenido más allá del escrito o el hablado tienen presencia para sustituir aquello que no se puede expresar sin estar cara a cara. De esta forma, fusiones de caracteres como “:)” (emoticonos), que crea una cara feliz si se gira la vista, existirían bajo la problemática de que el receptor del mensaje no te pueda ver sonriendo mientras lo recibe. Eso sí, en la actualidad han pasado a formar parte auténtica de nuestro idioma. Tal es el punto que los emoticonos se acabaron transformando en “emojis” (a diferencia de los emoticonos, que son formados por caracteres ya existentes de distintos alfabetos) siendo aceptados por la mayoría de programas que permiten escribir, detectando cada uno como un carácter especial, básicamente como si fueran letras.


Los emojis han pasado a ser casi detectores de tono, pudiendo llegar uno incluso a ser irónico mediante el uso de esos caracteres especiales. Los memes, por su parte, nos ayudan a expresarnos de una nueva manera. Ante la pregunta “¿Cómo estás?”, ahora puedo responder con una foto de Ben Affleck fumándose un cigarrillo con expresión cansada. No hay palabras, pero lo que expresa el propio meme es suficiente para dejar entender un estado de tristeza, cansancio o apatía. Uno podría hasta mantener una conversación mediante emoticonos o memes... No es precisamente un hito histórico, ya que no es la primera vez que vemos algo así (los jeroglíficos egipcios también comunican información a través de pictogramas). Los más escépticos verán esto como algo negativo, como nuestro idioma siendo aplastado por las nuevas tecnologías, cuando realmente nunca la gente ha escrito tanto como ahora (mensajes de texto, descripciones en publicaciones y cuentas, comentarios en redes sociales). Simplemente, los tiempos han cambiado. Al igual que una conversación en un bar no es una conferencia, por tanto no hay que hablar de cierta manera y con cierto léxico, unos mensajes de texto no son un trabajo académico. Puedo perfectamente sustituir frases con fotos de gatitos triste, en vez de crear perfectas construcciones ortográficas y gramaticales.


Sería mentir decir que las redes nos han desconectado de la vida social, una mentira muy comúnmente expresada por personas que bien no comprenden exactamente internet, o que directamente se niegan a hacerlo. Es muy usual observarla entre personas que vivieron esta revolución bajo una cansada perspectiva, adulta o anciana. Lo más correcto sería afirmar que las redes sociales nos han conectado, demasiado, causando cierto estrés y conflictividad social.


Desde que se popularizó el smartphone, empezando a ser más accesibles y casi volviéndose una necesidad, cada uno nos hemos hecho, apenas sin darnos cuenta, una persona eternamente disponible. Esto nos afecta de distintas maneras, centrándonos en lo social e ignorando aspectos como el laboral o el de seguridad— y no tenemos pausa alguna. En cualquier momento nos pueden mandar un mensaje, hacer una llamada, enviarnos un email... aun cuando salimos de casa. Nunca paramos, y siempre estamos atentos a los demás. Incluso cuando estamos en otro tipo de entornos sociales. La eterna disponibilidad es uno de los grandes cambios que observamos en nuestro aspecto social, aunque no es el único.


Mediante las redes sociales, no solo nos damos disponibilidad a todo nuestro entorno de forma constante, sino que además entregamos al mundo información sobre nosotros. Lo hacemos mediante publicaciones que no interactúan de forma directa con el que las ve. Son más bien pasivas, comunican algo, no un mensaje con un receptor intencionado—simple y llanamente algo. Para muchos, esta es una forma de expresar su arte, su humor, sus servicios si tiene algún tipo de negocio...Eso sí, esto de forma más reciente, las redes se han normalizado como un escaparate del propio usuario, como ser.


Aunque es cierto, mucha gente no las usa así. Y, también es cierto, muchas redes sociales no tienen esta intencionalidad, pero si vamos a las mayores y que tiene casi todo el mundo (Facebook e Instagram), vemos que se basan totalmente en el principio de mostrarte a otros mediante contenido multimedia, y encima casi se han vuelto un requerimiento para la comunicación entre los jóvenes. Hoy no se intercambian números de teléfono o móvil, sino cuentas de Instagram, Twitter o Facebook. En cierto modo, se han vuelto entornos donde expresarnos, pero, igual que dentro de la sociedad, no es exactamente libre.

Lo que supone subir algo a las redes sociales es un acto muy similar a otros que hemos visto en el pasado. Antes mucha gente escribía sobre su realidad, de manera autobiográfica o para explicar el medio donde vivían. Estas descripciones eran limitadas según lo que el autor quisiera o no contar, a su vez su contenido era edulcorado por la propia visión del mismo, a propósito o sin querer. La gran diferencia de nuestra generación son la inmediatez, y la democratización del medio para llevar a cabo esto.

Todo el mundo en todo momento tiene ahora algo más para expresarse. Una especie de autobiografía colgada en la red donde se expresa a sí mismo y su entorno. Se podría pensar que esta democratización de las redes traería un precioso mosaico de formas de pensar e ideales, pero más bien lo contrario. Antes, internet era un lugar bizarro debido a la cantidad de personas sin miedo alguno a ser ellos mismos; un laberinto de expresión e identidad que se fue borrando a medida que el acceso a internet se volvió normal para la mayoría, y las empresas empezaron a crear grandes conglomerados para controlar el tráfico internauta alrededor de ciertas páginas. Al estar todo el mundo en internet, ya no era un lugar de escape, y las normas sociales que estipulaban como “raro” y “desagradable” a ciertas expresiones, llegaron al mismo. Así, la red se ha acabado convertido hoy en otra herramienta más de ingeniería social, cuando hace no mucho fue un escape de esas mismas herramientas y de la realidad dentro del sistema.


La inmediatez, por su parte, añade su propia problemática. Antes, la realidad era contada a posteriori de que ocurriese, pero hoy se crea a tiempo real. De esta manera, es más fácil crear en el usuario una disonancia y provocar en él un sentimiento de necesidad por crear contenido para sus redes sociales, para ser visto en mayor estima por sus allegados. La inmediatez no solo afecta al individuo, sino también a las relaciones sociales que otros puedan tener con él. Algunas personas desarrollan lo que podríamos conocer como “relaciones parasociales” con las personas a las que siguen en redes. Estas relaciones parasociales solían darse entre famosos y sus fans. Es la creación de intimidad y cercanía hacia una persona pese a no conocerla (al observar todo su contenido en internet, es como estar con ella)—una relación social de solo un lado. Ahora que podemos compartir toda nuestra vida por internet, y crear un ideal falso de nosotros mismos, cualquiera es capaz de caer en una relación parasocial con cualquiera.


En sí misma, la inmediatez no se entiende sin los sistemas utilizados por las empresas para poder mantenerla. Para que publiques constantemente, y por tanto siempre haya contenido para que otros consuman—aumentando así su tiempo dentro de la aplicación y permitiendo a anunciantes llevar a cabo sus campañas publicitarias—tus publicaciones reciben pequeñas respuestas que te impulsan a seguir exponiéndote en internet. Estas respuestas varían entre redes sociales—en algunas en un “me gusta”, en otros puedes puntuar publicaciones, añadir comentarios, compartir— pero todas guardan el mismo objetivo, no muy distinto a un experimento donde se coloca a un mono con un botón que suelta plátanos al pulsarlo. Solo que, en vez de comida, se nos da una reafirmación positiva.


Son muchos los que ante todos estos cambios e información no dudan sino segundos en rápidamente señalar hacia la propia tecnología, sin darse cuenta de que lo que nos ocurre con nuestra relación hacia las redes sociales no es sino una extensión del sistema. Rápidamente los padres señalan a la pantalla del móvil por tener la atención eterna de su hijo, pero no pedirán explicaciones al sistema que genera esas estrategias de adicción bajo las que están diseñadas redes sociales como TikTok.


No se entendería esto sin las necesidades por parte de nuestro sistema económico de devorar cada vez más mercados y volver a las corporaciones entidades cada vez más grandes. En el pasado, cuando comenzamos a entrar en este sistema basado en el consumo, el objetivo de las empresas se volvió mantener el dinero de los consumidores, pero ya no es así. Han descubierto que se puede hacer más dinero e invertir menos dedicándose a capturar tu tiempo mediante redes sociales y un largo etcétera.


En conclusión, las redes sociales podrían y son una forma de ayudarnos e incluso aumentar nuestro aspecto social, pero a su vez, los tentáculos eternamente en expansión del sistema capitalista se adentran hacia el fascinante mundo del internet, siendo muy fácil enredarse entre ellos, y provocando que tengamos que caminar con cuidado si deseamos no caer en adicciones a las redes o disonancias entre lo real y lo publicado.



I belong to what is popularly known as “Generation Z”, and, to be more specific, to its upper age group. This means that, at the age of 22, I have experienced one of the greatest technological revolutions witnessed by human beings: the rise of the Internet. I remember that my first experiences with the Internet, beyond seeing it as a toy, or something to download movies with, were around 2011. Yes, it's true, I grew up with this technology. Not as something that was part of the most common reality at the moment, but watching it evolve until what it is today. I guess there are many ways to look at it. For some, this evolution is the growth of a benign tumor, affecting more and more parts of our lives. For others, it is a beautiful plant, taking root and connecting resources.


Whatever one's view on the matter, it is undeniable that the Internet and computers (whether in the form of a personal computer, smartphone, tablet, etc...) are now crucial parts of our society—so how has this exactly affected our social relationships? This question does not intend to exclude other consequences of the revolution in communications that is the Internet, nor to cross out very interesting questions that we can appear. Simply, it will be used to focus this writing on a very specific facet of human beings: the social one.


Social media platforms have connected us with the whole world. We have information from all parts of it, but it would be a lie saying that the entire planet has a microphone of the same size. It is clear that what reigns on the Internet is the vision of those with more influence, be it because of money, a successful artistic career, relating to someone with power, etc... The vision at hand certainly tends not only to the West, but to the United States more specifically. This has moved many societies into moving towards the American mentality.


Getting near the US state of mind could be seen as something problematic. “State of mind” in the sense of adopting Americans’ concerns, thinking in a similar way, asking for similar political demands… Normally, those who point this out do it from nationalist spirit, fearing that outside influence could put an end to local traditions. Although it’s true that, from politics to art, we’ve been influenced by the USA, this writing is still centered around the social aspect of it all. In that regard, I find it more interesting to talk about how our way of expressing ourselves has changed, adopting all kinds of Anglicisms (terms in English used while speaking in Spanish) commonly used by people who remain on the other side of the Atlantic (given the topic of this article, I think it’s a good to idea to sort my ideas starting from the most basic part of social relationships: the language). The funny thing about all this is that not the biggest examples of English are the ones influencing our vocabulary, like movies or high budgeted productions, but plainly the communication of English speaking people, which has had an enormous presence in social media since it was created. Today, you can witness a lot of kids, teens and young adults from spanish-talking countries using terms such as “cap”, “sus”, “lol”, “wtf”, “chill”, etc. -every single one originating in the US- in a normal conversation. Not because they have seen their favorite actor saying “No cap, for real” in the latest Hollywood production. It’s just due to them getting together with other people their age on the Internet, in spaces where they use this lexicon.


Just as our way of expressing ourselves in our language has changed, we have also observed a humongous change in the ways of expressing ourselves overall. The Internet not only has made us convert the previous forms of communication, it has added more. Now we maintain fluent conversations through text, and with the disconnection present in not being in front of a real human being, using their face and their expressions to communicate with us, we have seen the appearance of, in first instance, emoticons, and, more recently, memes. One might think that these additions to communication through another type of content beyond written or spoken ways exist to replace what cannot be expressed without being face to face. In this way, arrangements of characters such as “:)” (emoticons), which creates a happy face if one tilts their view, would exist under the problem that the recipient of the message cannot see you smiling while receiving it. Of course, today they have become an authentic part of our language. Such is the point that emoticons ended up becoming "emojis" (not like emoticons, which are made up of existing characters from different alphabets) being accepted by most programs that allow writing, detecting each one as a special character, as if they were letters basically.


Emojis have become almost tone detectors, and one can even be ironic through the use of these special characters. Memes, meanwhile, help us express ourselves in a new way. When asked "How are you?" one can now answer with a picture of Ben Affleck smoking a cigarette while showing a tired expression. There are no words, but what the meme expresses by itself is enough to reveal a state of sadness, tiredness or apathy. One could even hold a conversation through emoticons or memes… Not exactly a historical milestone, since it's not the first time we've seen something like this (Egyptian hieroglyphs also communicate information through pictograms). The most skeptical will see this as rather negative, namely our language being crushed by new technologies, when really never have people written as much as today (text messages, descriptions in posts and accounts, comments on social media…). Times have simply changed. Just like a conversation in a bar is not a lecture, therefore you don't have to speak in a certain way and with a certain vocabulary, text messages are not academic works. I can perfectly replace sentences with photos of sad kittens, instead of creating perfect grammatical structures with excellent spelling.


It would be a lie to say social media has disconnected us from social life, a lie very commonly expressed by people who either do not exactly understand the Internet, or who directly refuse to do so. It is very common to observe it among people who lived through this revolution from a tired perspective, either adult or elderly. The proper way to describe it would be that social media platforms have actually connected us in an excessive manner, causing some stress and social conflict between us.


Since the smartphone became popular, starting to be more accessible and almost becoming a necessity, each one of us has become, hardly without realizing it, a person who is eternally available. This affects us in different ways, focusing on the social aspect and ignoring others such as work or safety: we don't have any kind of pause. At any moment we can receive a message, a call, an email... even when we leave home. We never stop, and we are always attentive to others. Even when we are in other types of social environments. This eternal availability is one of the great changes that we observe in a social perspective, although it is not the only one.


Through social networks, we not only constantly make ourselves available to our entire environment, but we also deliver information about ourselves to the world. We do this through posts where we do not directly interact with the viewer. They are rather passive, communicating something, not a message with an intended recipient—just something. For many, this is a way of expressing their art, their humor, their services if they have some kind of business... Of course, more recently, the web has become normalized as a showcase for the user himself, as a being.


Nonetheless, it is true that many people do not use them like this. And, it is also true that many social media platforms do not have this intention, yet if we look at the largest and those that almost everyone use (Facebook and Instagram), we see that they are totally based on a same principle: showing yourself to others through multimedia content. They have even almost become a requirement for communication among young people. Today, phone numbers are not exchanged, but instead Instagram, Twitter or Facebook accounts. In a way, they have become environments where we can express ourselves, but, just like within society, it's not exactly free.


What it means to upload something to social media platforms is an act very similar to others that we have seen in the past. Before, many people wrote about their reality, autobiographically or to explain the environment where they lived. These descriptions were limited according to what the author wanted or did not want to tell, that way their content was sweetened by the author's own vision, on purpose or unintentionally. The great difference of our generation is the immediacy, and the democratization of the means to carry out this.


Everyone at all times now has more tools to express themselves. A kind of autobiography posted on the web where they express who they are and their environment. One could imagine this democratization of the web would bring a beautiful mosaic made of ways of thinking and ideals, except it is rather the opposite. In the past, the Internet was a bizarre place due to the number of people without any fear of being themselves; a labyrinth of expression and identity that was gradually erased as Internet access became normal for the majority, and companies began to create large conglomerates to control Internet traffic around certain domains. Since everyone was on the Internet, it was no longer a place of escape, and the social norms that stipulated certain expressions as "weird" and "unpleasant" ended up reaching it. Thus, today the web has ended up becoming another social engineering tool, when not so long ago was an escape from those same tools and from reality within the system.


Immediacy adds its own new problem. Previously, reality was told after it happened, today it is created in real time. This way, it is easier to create a dissonance in the user and put on them a need to make content for their social media personal sites, to be seen in greater esteem by their surroundings. Immediacy not only affects the individual, but also the social relationships that others may have with them. Some people develop what we know as "parasocial relationships" with the people they follow online. These parasocial relationships used to occur between celebrities and their fans. It is the creation of intimacy and closeness towards a person despite not knowing them (looking at all their content on the Internet, it is like being with them)—a one-sided social relationship. Now that we can share our entire life online, and create a false ideal of ourselves, anyone is capable of falling into a parasocial relationship with anyone.


On its own, immediacy cannot be understood without the systems used by companies to maintain it. In order for you to publish constantly, so there is always content for others to consume—thus increasing their time within the site, allowing advertisers to carry out their campaigns—your posts receive small responses that encourage you to continue exposing yourself on the Internet. These responses vary between platforms—in some is a "like", in others you can rate posts, add comments, share them—but they all have the same goal, not so distant from an experiment where a monkey is placed with a switch that drops bananas when clicked. Only, instead of food, we are given positive reassurance.


There are many who, faced with all these changes and information, do not hesitate to quickly gesture towards technology itself, without realizing that what happens to us in our relationship with social media is nothing but an extension of our system. Parents quickly point to a phone’s screen for having their child's undivided attention, not soliciting any explanation from the system that generates these addictive strategies under which social media platforms such as TikTok are designed.


Everything about this can’t be explained without the needs of our economic system to devour more and more markets and turn corporations into even larger entities. In the past, when we started to get into this consumption-based system, the goal of companies became to keep consumer’s money, but that is not the case anymore. They have discovered that you can make more money while investing less by dedicating yourself to capturing people’s time through social platforms and a long plethora of other means.


In conclusion, social media could be and is a form of helping ourselves in our social aspect, even widening it. But, at the same time, the eternally expanding tentacles of the capitalist system invade the breathtaking world of the Internet, making it easy to tangle ourselves between them, and making it so we have to tread lightly while on the web in order not to fall into addiction or dissonances between what is real, and what is posted.


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