Por: Sara Molina León
Ilustración realizada a tinta china por la autora del texto. ¿Y si se trata del fantasma del relato?
Querida Creadora:
De buen gusto citaríamos a continuación el lugar y la fecha de tu funeral, pero lo cierto es que para nosotros sigues tan viva como siempre y hablar sobre tu fallecimiento se nos antoja aún algo demasiado ficticio.
Ficticio, sí, incluso para nosotros, que vivimos en un laberinto de fantasía, perdidos en el tumulto de historias que nos dejaste.
Esta esquela, en realidad, es ridícula. Ridícula por lo innecesaria que resulta.
Las esquelas son para los auténticos muertos, para los espíritus de los fallecidos que no han dejado rastro en el mundo de los vivos.
Tú debes ser, como mucho, un fantasma.
Has regalado suficientes palabras y relatos antes de marcharte; se podría decir que continúas respirando a través de tus libros, a través de nosotros.
Nos gusta pensar que tu gran legado nos nutre y nos mantiene con vida; y es que, cuando una escritora deja de respirar, sus letras siguen alimentando a sus personajes y a sus lectores.
La creación sigue teniendo sentido aún cuando la creadora se marcha para siempre.
Porque las ideas que dejaste en tus historias arraigarán en la mente de quienes te lean, aunque sus ojos ya no recuerden haber leído tu nombre.
Y nosotros continuaremos deambulando por el mundo, saboreando tu herencia y susurrando al viento las palabras que dejaste escritas.
Gracias por burlar a la muerte y darnos la vida,
Te recuerdan los personajes que creaste.
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