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Luis Javier Capote Pérez

La próxima semana en el mismo Bat-Canal

Por: Luis Javier Capote Pérez


Buscando el siguiente episodio.

Me ha pillado la propuesta de la señora directora de este medio en mitad de la lectura de una obra que, por diversas circunstancias, me ha llevado cierto tiempo afrontar y que no es otra que el clásico de Umberto Eco Apocalípticos e Integrados. Una vez más, las ideas de mi amiga Maggie se acaban cruzando en mi vida y me inspiran ideas para traer a Generation algo que contar que, quizá, interese a alguien.


En la obra que menciono en el párrafo anterior, don Umberto reflexiona en torno a la dicotomía entre quienes consideran que la cultura de masas es signo de anti-cultura y quienes opinan que es un ejemplo de la generalización de la cultura –cultura para todos, aunque sea en el horario habitual de las tres de la madrugada. En el libro, se dedica especial atención a lo que, en la época en la que los distintos ensayos compilados en aquél fueron escritos, eran productos orientados al consumo de masas: la televisión, la música popular, las tiras cómicas publicadas en la prensa y los tebeos. En este último caso, Eco habla de Superman y, de hecho, es el personaje creado por Jerry Siegel y Joe Shuster el que ilustra la portada de la edición española del libro. Las críticas del autor sobre los tebeos del Hombre de Acero bien podrían trasladarse a los comics del género superheroico en la actualidad, pero no es ésta la razón por la cual traigo este libro a colación. Uno de los planteamientos del ensayo venía a concluir que Clark Kent / Kal El no evolucionaba y que sus historias, publicadas periódicamente, siempre volvían al mismo punto de partida. Superman no cambiaba, así que en consecuencia, su ficticia existencia no era otra cosa que una suerte de Ewige Wiederkunft: el eterno retorno a la casilla de inicio. 


¿Cuántos tebeos de Superman se han publicado desde su creación, en el año 1938? No hace tanto que Action Comics, la serie en la que vio la luz, llegó a su milésima entrega. Sumemos a ello que no es la única cabecera y añadamos una larga lista de obras especiales como miniseries o novelas gráficas; historias de un solo capítulo y colecciones compuestas por relatos que abarcan uno o más. Los tebeos del género superheroico se han caracterizado por ser una cita constante en el quiosco, en la librería o en la aplicación. La estrategia del «continuará» que, sin embargo, no fue inventada en los tebeos. Las historias por entregas también estaban en la literatura y escritores como Alejandro Dumas dieron para la posteridad novelas como Los Tres Mosqueteros o El Conde de Montecristo cuyos relatos fueron publicados originalmente como folletines. Por entregas publicó también Charles Dickens las aventuras y desventuras de David Copperfield o Nicholas Nickleby. El final de una publicación dejaba abierta la puerta a una continuación que se esperaba con creciente interés. Este formato pasaría a la radio y a la televisión, con los seriales que mantenían atenta a una audiencia que elucubraba sobre lo que podría acontecer en la siguiente emisión. Ningún sector de la ficción se sustrae a la organización capitular ni a la estrategia del «continuará». Puede ser que algunas historias se vean en conjunto como la fórmula del Gatopardo, según la cual todo cambia para que todo quede como estaba. Es el truco del back to basics de los tebeos de superhéroes, que hace que Batman sea siempre el alter ego de Bruce Wayne -o quizá, su verdadera identidad- o que Spider-Man viera borrada su evolución de veinte años para retornarle a unas esencias que ya se antojaban añejas y desfasadas. Algunos personajes viven aventuras sin evolucionar, crecer o envejecer, como el Tintín de Hergé o el Nero Wolfe de Rex Stout, aunque el mundo cambie a su alrededor. Otros, como el Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán o el comisario Salvo Montalbano de Andrea Camilleri, cambian y maduran, al igual que su propio entorno. Agatha Christie preparó para Hércules Poirot un final para que cayera el telón y, entretanto, dio a sus seguidores una buena colección de misterios en las que el detective belga desentrañó los misterios de todo tipo de crímenes. Fueran cuentos cortos o relatos largos, siempre había un nuevo delito para Poirot, porque su creadora, que detestaba a su creación de una forma similar a la que Arthur Conan Doyle expresaba respecto de Sherlock Holmes, daba a su público lo que quería. Hasta que se acabó pero ¿realmente terminó? Carvalho, Poirot y Holmes han protagonizado historias firmadas por autores diferentes a sus creadores. Mientras haya público, habrá un capítulo más. 


Vivimos en una época en la que todo parece convertible o explotable en la forma de propiedades intelectuales. Las películas tienen continuaciones o nuevas versiones; las series de televisión se recuperan o se relanzan; los tebeos de superhéroes se conciben por etapas y temporadas. Se intentan crear nuevos capítulos para seguir explotando obras a partir de su contexto, como la quinta temporada de Poldark o Los Anillos de Poder. Poco importa que el resultado respecto a la fuente original sea, en el mejor de los casos, decepcionante. Mientras haya alguien que quiera comprar una nueva entrega, tendremos más capítulos de la historia general de esa novela, esa serie, ese tebeo, esa película o ese videojuego que un día marcó, con mayor o menor intensidad, una época. 


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