Por: Cristina Miguélez Fernández
I. Contexto
Estado sombrío,
miedo sentido.
Ya hemos perdido.
II. Memoria y estado.
Escucho el grito del olvido,
la trinchera del sufrimiento
que vaga por la memoria
de los pocos que recuerdan,
de los pocos que vivieron.
Vamos perdiendo el terreno,
de todo lo luchado,
de todo lo ganado.
Escucho el grito represivo
de los que lloran ahogados;
de los que no saben cómo,
pero no lo lograron.
Presencio el olvido
de lo que supone un Estado represivo.
Pues donde habito
todos los problemas son míos.
III. Resignación.
Bebo vino hirviendo
para que queme,
que queme por dentro
y acabe con el monstruo que llevo dentro.
Llevo en mi interior dos pensamientos:
uno que sale fuera,
otro que se queda dentro,
dejándome sin aliento.
Aliento cálido que desdibuja
mis pensamientos internos.
Pensamiento irracional
que parte de una inseguridad social,
inseguridad impuesta,
que ahoga
y no me deja respirar.
Respiración entrecortada,
que se calma en cada calada
y me quema la garganta,
y sigo bebiendo
para que siga matando,
más y más adentro.
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