Recuerdos distantes

Por: Anónimo Isleño

Recuerdo aquellos veranos llenos de romerías cada fin de semana; tardes enteras en la cancha del barrio, con varias cervezas en el bar al final de la cuesta al terminar el partidillo; las reuniones de amigos que organizamos en la caseta de la playa, en la que tantas buenas noches pasábamos, con el sonido del mar de fondo.

Años atrás, esas cosas parecían algo del día a día, pero poco a poco han ido desapareciendo, ese recuerdo ya es cada vez más distante. Ahora cuando doy un paseo por el barrio, la cancha se encuentra siempre vacía. Ya ni siquiera me apetece una cerveza en el bar de al lado. Las olas chocan frente a la caseta de la playa, pero ya no hay nadie con quien disfrutar de ese lugar que muchos considerábamos nuestro paraíso. Todo quedó vacío y en silencio, como sin vida.

A día de hoy, planes tan simples como salir a cenar, organizar una escapada de fin de semana, hacer una reunión de amigos, o incluso dar un paseo por la calle con alguien, parece un imposible: unos viven fuera de la isla, otros se pasan el día trabajando; algunos ya tienen parejas con las que comparten el poco tiempo libre que les queda, etc.

Cada uno va tomando su camino, algunos muy diferentes al mío. Otros más parecidos, pero que en ocasiones se sienten quizás más lejanos de lo que deberían. Y tampoco creo que eso sea malo. Al fin y al cabo, pienso que las personas van apareciendo y desapareciendo de dicho camino y es algo inevitable, no podemos pretender que todo permanezca siempre estático, por mucho que nos gusten las cosas tal y como están. La vida sigue y la gente cambia, ya sean sus gustos, costumbres, forma de ser o de pensar, estilo de vida…

Y he entendido que muchas veces es cuestión de ambas partes mantener o no esa relación en el tiempo, sin importar tanto la distancia que haya entre ellas, sino más bien el interés mutuo en preservar los buenos recuerdos en común que hemos pasado.